Acta est fabula

miércoles, 20 de julio de 2016

¿No os pasa a veces que sentís que una serie/película la disfrutaríais mucho más si la vierais o hubieseis visto en otro momento? Pues eso me pasó a mí con esta serie. Mi referente en seriefilia  por antonomasia  llevaba dándome la lata con «Black Mirror» desde que se estrenó, pero nunca parecía ser el momento idóneo para empezarla. Vi el primer capítulo y me gustó, pero mentiría si dijera que me pareció tan brillante como la gente en general aseguraba que era. Es rompedor, diferente, atrevido, sí. ¿Es una obra maestra? Uhmmm... Si poseo la potestad suficiente como para catalogarlo de tal, diría que no.

El tiempo pasó, y sentí que ya sí era el momento de empezarme esta serie que aseguran que es toda una crítica "poética" hacia las nuevas tecnologías. Volví a ver el primer capítulo y esta vez me gustó aún más, acercándose casi a esa brillantez que me esperaba por las críticas. Vi el segundo, el tercero y todos los demás. No los vi, sin embargo, de una sentada ni mucho menos. Esta serie ha de digerirse con cierta lentitud, degustarse con parsimonia; aprovechar cada segundo de imagen, cada reflexión oculta. Pensar. Wow, ¡una serie que hace pensar!

He de reconocer que a partir del segundo capítulo me enamoré de «Black Mirror». Me enamoré de la forma tan inteligente en la que se burla de los futuros que plantea -no tan distantes como puede parecer a priori-, de la continua controversia que origina, de los personajes y en general de toda ella. Desde luego, «Black Mirror» no es una serie al uso; analiza y disecciona todas las enfermedades a las que estamos expuestos los nuevos humanos, los humanos del "mañana" que no tardarán en ser los del "hoy". ¿La única pega que le pongo? La escasez de capítulos. Los emiten con gotero; muuuuuy lentamente. Pero también este tipo de emisión es inteligente, porque lleva un ritmo que, lejos de hacer perder el interés a los fieles, hace que con el tiempo vayan sumándose más y más espectadores, que esperan -esperamos- ansiosos al siguiente episodio. 

Cada capítulo, a excepción quizás de algunos guiños que se llevan a cabo, no tiene relación con los demás. Son independientes, como pequeñas películas. Así que me gustaría comentar brevemente mis favoritos (aunque todos sean imprescindibles).




Érase un especial de Navidad que se convirtió en toda una obra de arte: White Christmas es mi capítulo favorito de la serie, sin duda alguna.

En este episodio de 70 minutos -opino que sería más adecuado catalogarlo como filme-, Brooker nos cuenta no una, sino hasta cuatro historias diferentes que se entrelazan para dar vida a la verdadera trama. Me cuesta de veras encontrar adjetivos que denoten lo genial que es este capítulo en concreto, cómo se juega con las mentes de los personajes y con nuestras propias mentes sin que nos demos cuenta. Es maravilloso.

¿Os imagináis bloquear a alguien en la vida real tal y como se hace en Twitter o Facebook? No ver a esa persona -ni siquiera en antiguas fotos que tengas con ella-, no poder escucharla, ni saber absolutamente nada de ella. Es tremendo, o al menos a mí lo parece. Tremendo en el sentido malo de la palabra, en el sentido triste. Pues eso es uno de los temas que se plantea en este capítulo.

                                                                                         Spoiler

Si NO has visto la serie PARA DE LEER. Lo siento, lo siento, lo siento. Pero me veo obligado a comentar varias cosillas, que son claramente spoilers

En especial me chocó de este capítulo el invento este de las galletas. Aún a sabiendas de que el ser que habita en ellas es una copia sin vida de la persona real, me puso muy triste. Me parece una total crueldad cómo se puede jugar con esa ¿parte? de la mente humana. Parte que además cree ser la persona en su totalidad. Cómo se la esclaviza y maltrata. No sé, creo que es un tema que da para debate moral. ¿Hasta qué punto deja de ser esa "parte" humana? ¿Hasta qué punto lo que se le hace es ético?

Por otro lado está ESE final; que nadie pueda verte, que tú no puedas ver a nadie, ni hablar con nadie, ni relacionarte con ellos de ninguna forma: Un bloqueo total. ¿Puede haber castigo más cruel para un ser humano, animal social por naturaleza? 


Poco voy a decir de este capítulo, pero lo justo para que os pique la curiosidad y queráis ir corriendo a verlo. Es sencilla la trama, pero también original y tremendamente tierna y visceral. 

En este futuro que se nos plantea existe la posibilidad de devolver a alguien a la vida. No vida como tal, sino a través de un complejo sistema de máquinas que utiliza la información que posee de nosotros a través de las redes sociales, mensajes de texto o llamadas, y la convierte en un ser de carne de hueso. Un ser que conoce a la persona que está "sustituyendo" a la perfección, de tal forma que prácticamente no habrá diferencia alguna con respecto a ella. Interesante, ¿no?




Todos menos la protagonista somos meros espectadores ante la más brutal de las tragedias. Hacemos fotos, miramos, cotilleamos, sentados en nuestros sofás, viendo cómo una mujer que no tiene idea alguna de qué está sucediendo intenta luchar por su vida, combatiendo contra enemigos encapuchados que nadie sabe quiénes son. Los que no intentan matarla, la fotografían y observan. No tiene amigos, ni aliados. Tan solo enemigos. Y el propio espectador se convierte en cómplice.

No puedo decir mucho más, ya que todo sería spoiler. Tan solo añadir que la magnificencia de este capítulo reside en los dos últimos minutos. Y creedme cuando os digo que el plot twist nadie se lo espera. Es, sencillamente, brillante.




Sin duda alguna es una serie que todo el mundo debería ver. Imprescindible se queda corto; es, probablemente, la serie más necesaria que actualmente existe. ¿A qué esperas para verla?

0 comentarios:

Publicar un comentario