Acta est fabula

viernes, 15 de julio de 2016

No os voy a mentir: «Diez Negritos» NO es una obra de arte. No es un gran libro, ni mucho menos. Y tampoco creo que resalte especialmente dentro del género de novela negra. Pero también os diré otra cosa: Es un libro ciertamente adictivo, de esos que en una tarde te ventilas sin darte cuenta apenas. Y es que, aunque el estilo de Christie no sea inmaculado, tiene algo en su forma de escribir que atrapa al lector. Esa mujer sabe cómo obligarte a terminar una y otra página hasta que al final acabas el libro de una sentada. Y eso, amigos míos, es un gran don.

Yo no me considero un acérrimo amante de la novela policíaca, he de decirlo. Pero no hace mucho me encontraba en un bloqueo lector; uno de los grandes, además. No me apetecía leer absolutamente nada o si de pronto me apetecía, tras leer un par de páginas de cualquier cosa me hartaba y lo dejaba aparcado de nuevo. Después de casi dos meses así, decidí probar con algún género que no fuera de mis predilectos y, además, claro,  hacerlo con una novela ligera, fácil de leer y sin muchos ornamentos. A ver si así, podía salir de ese mal del lector que no me dejaba en paz. Y así fue como dí con «Diez Negritos». 

A pesar de que tengo varios tomos de Christie en mis estanterías, nunca me había dado por leer ninguno. Y es curioso, porque «Diez Negritos» de hecho no se encuentra entre los que tengo. Pero todo el mundo amante del género policíaco que conozco me aconsejó empezar por este. Y desde luego, puedo aseguraros que no se equivocaban. 

Toda la trama se desarrolla en una isla diminuta en medio de la nada (punto a su favor; los libros o películas de un solo escenario me pirran) y, por supuesto, incomunicada por completo. Diez personas reciben cartas firmadas por un misterioso Señor Owen, invitándoles a pasar unos días en su mansión. Sin embargo, cuando todos ellos llegan allí tan solo hay dos sirvientes: El rico Señor no aparece por ningún lado. Será a partir de la cena de la primera noche que pasan en la isla cuando comienza la cuenta atrás; el macabro juego que el dueño de la casa ha diseñado y que no dejará títere con cabeza: Uno a uno, los diez negritos se enfrentan a su destino, siguiendo los acordes de una conocida canción infantil: "Diez negritos se fueron a cenar, uno se ahogó y quedaron nueve. Nueve negritos trasnocharon mucho, uno no despertó, y quedaron ocho...". (Cabe decir que la canción es mucho más pegadiza en inglés).

La novela presenta unos personajes bien construidos, da tiempo a pesar de la celeridad con la que transcurre la trama de conocerlos bastante bien a todos. Además, describe con bastante detalle los escenarios donde se desarrolla la acción. Pero, sin duda, el punto fuerte de la novela es el suspense, y sobre todo cómo este se mantiene en todo el largo del libro. La escritora juega con el lector, haciéndole cambiar de idea a cada dos páginas sobre quién es el asesino. Y, al menos yo, no fui capaz hasta leerme el final de adivinar quién era. El plot twist del epílogo es muuuuy bestia.

¿Será Agatha Christie la reina del suspense tal y como afirman muchos? Quizás yo no me atrevería a decir tanto, pero desde luego se gana un notable alto de mi parte.


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