Después de leerme «El
Guardián entre el Centeno», me entraron unas ganas tremendas de seguir
leyendo libros en lo que los protagonistas fueran jóvenes –más tirando a críos
que a adolescentes-, así que me pareció el momento idóneo para empezar «Un monstruo viene a verme», una novela
de Patrick Ness que me habían recomendado no hace mucho y que, según las
críticas que estuve mirando antes de comenzarlo, es “increíble, fantástica,
única y muy emotiva”. Y, desde luego, debo decir, tras haberlo leído, que para
nada se equivocaban; de hecho, incluso diría que se han quedado cortos.
¡Vaya libro, de verdad! Últimamente me da la sensación de
que todo lo que leo es muy emotivo. O será que estoy yo demasiado sensible, no
lo sé. Pero este en concreto, recomiendo
leerlo con un paquete de pañuelos al lado, de verdad que sí.
La premisa aparentemente no es muy compleja y podría
parecer “una historia más”, sin embargo
esconde mucho más de lo que se deja entrever. De todas formas, os la resumo un
poco: La vida de Conor no está resultando precisamente sencilla; su madre está
enferma de cáncer y en el colegio sufre bullying y, para colmo, todas las noches tiene
horribles pesadillas. Siete minutos después de la medianoche, Conor recibe la
visita de un monstruo. El chico, sin embargo, no teme en absoluto a esta
criatura; él tiene todas las noches pesadillas horribles con monstruos de verdad y, a su lado, este monstruo no es nada para él.
Con esta breve sinopsis quizás no os pique la curiosidad de
saber más sobre Conor y su monstruo. Pero la forma tan tierna en la que se va a
desarrollando la trama desde el inicio de la novela hasta el final de la misma,
hacen que uno devore el libro casi sin pensárselo. Engancha, y engancha mucho.
Y no creáis que por tratar de monstruos y pesadillas es menos real, menos cruda
y menos dura. Es una novela que de verdad llega a la patata –al menos a mí me
llego, y bastante, de hecho.
Como apunte curioso, aunque el libro lo escribió Patrick Ness, la historia original fue ideada por Siobhán Dowd -escribió a los personajes, la premisa y el comienzo de la historia-, que desgraciadamente murió prematuramente, precisamente de cáncer, antes de dar un merecido final a esta obra.
Aunque debo decir que el estilo de escritura del autor no me
parece ninguna maravilla, sí que es capaz de conseguir que el lector se
introduzca en la novela de lleno; cogiéndoles, en las pocas páginas que tiene
el libro, un cariño de proporciones titánicas a los personajes, en especial a
Conor.
Se refleja a la perfección cómo piensa un niño que ha sido
arrastrado a la madurez antes de tiempo, cómo hace frente a sus problemas y
miedos. Y, sobre todo, cómo hace frente a la verdad. La verdad es el motor de la
novela, lo que condiciona al “monstruo” a perseguir al chico noche tras noche,
y lo que hace que este siga aún teniendo pesadillas. La verdad es lo que le impide
ser un crío, comportarse como tal y ser feliz. Porque la verdad, resulta no ser
siempre tal y como queremos que sea. Puede ser triste, cruel y dura. Y desde
luego esta historia lo es.
Noto que este libro ha llegado a mis manos en el momento justo. Quizás no sea una lectura que recomendaría a todos en cualquier momento; pero sí os digo que, si la cogéis con tantas ganas como la cogí yo, seguro que os emocionará tanto como me emocionó a mí. No la leáis por leer, leedla despacio, degustando cada una de sus palabras. Porque es muy breve, pasa volando y el final es tremendamente duro. Tuve que parar cuando estaba acabándomelo porque literalmente no veía las palabras de tantas lágrimas que tenía en mis ojos resistiéndose a salir.
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