Acta est fabula

sábado, 17 de septiembre de 2016

Supongo que ya estaréis más que al tanto de que no soy muy dado a leer novelas que se encuadren dentro de la romántica. (Casi) nunca suelo, para ser sincero, inmiscuirme en este género. Básicamente porque me resulta hartamente repetitivo, poco original, plagado de lugares y situaciones comunes y muuuy aburrido. Sin embargo, considero también que no todas las historias que giran en torno al amor deban catalogarse dentro de las novelas rosas. «El Gran Gatsby» es, sin duda, una de estas que, a pesar de contar una historia movida por el amor romántico más moñas, considero que se escapa de la romántica por completo. Pero no sé, quizás esta reflexión no sea más que una forma de autoconvencerme de que no leo novelas rosas.

 A este libro le debo mucho. Mucho, mucho, de verdad. Ya que «El Gran Gatsby» fue la novela que me descubrió los maravillosos y alocados años veinte americanos; la feliz década de los veinte, plagada de las fiestas más pomposas y lujosas, donde no importaban nada más que el dinero y la diversión. Aunque tengo que decir que, franca y objetivamente fue una época asquerosa (El tremendo racismo existente, el clasicismo, el machismo, el capitalismo y todo lo que acaba en "ismo" y sea malo se daba en esta época). Pero subjetivamente me tiene enamorado; me parece que fue una época artística y estéticamente preciosa (la música, la pintura, la arquitectura, el cine, ¡la literatura!... Todo eso es ciertamente maravilloso). Dos ideas muy contrastadas, pero creo que ambas válidas ("doblepensemos" pues, tal y como diría el bueno de Orwell). Considero que es un perfecto ejemplo de cómo es la humanidad: individual, egoísta y cruel.

Centrándonos más en la trama del libro que nos concierne, me gustaría destacar que, a pesar de no presentar quizás "nada nuevo", sí que el autor moldea los sucesos de tal forma que crea una historia verdaderamente única y muy diferente y original. La historia se desarrolla en Nueva York y narra la vida del millonario Jay Gatsby, quien está obsesionado con recuperar al amor de su juventud. A lo largo de las páginas vemos como de frívola, superficial, vacía y aburrida de sí misma es la sociedad en la que se encuentran inmersos los personajes de la novela que, aunque encantadora, atrayente y festiva, esconde mucho daño y falsedad; un mundo decadente, al fin y al cabo.

El estilo de Fitzgerald es bastante curioso y, como es de esperar de alguien que ha trascendido dentro del mundo de la literatura, impecable. Cuesta quizás un poco acostumbrarse a su manera de escribir, pero una vez que lo haces, ciertamente te das cuenta de la habilidad que tiene este hombre para relatar y dar forma personajes.

Y, por mi parte, nada más que añadir. Os aconsejo de veras que le deis una oportunidad a «El Gran Gatsby», no creo que os arrepintáis.


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